El arte y la ciencia de no hacer nada
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El arte y la ciencia de no hacer nada

El arte y la ciencia de no hacer nada

Salud Natural   /   Ago 26th, 2024   /  A+ | a-
Actualizado el 10/30/2024

Esta publicación de blog fue escrita por Victoria L. Freeman, Ph.D., CHFS, CMH, CBC.

Los holandeses tienen un concepto célebre llamado "Niksen", cuya traducción significa "no hacer nada". Los italianos tienen una frase llamada "Dolce far niente" que se traduce como "la dulzura de no hacer nada". La filosofía asiática ofrece un concepto llamado "Wu-Wei", que significa "no acción o sin esfuerzo". En Estados Unidos, cuando la gente decide no hacer nada, los llamamos “vagos, flojos o perezosos”. Que gran contraste, ¿no?

 Si bien no queremos darle la espalda a la productividad, hay algo que podemos aprender de estas otras culturas que parecen rechazar la mentalidad de “vivir para trabajar” tan prevalente en la sociedad estadounidense. ¿Podríamos y deberíamos aprender a aceptar el descanso y la inactividad un poco más a menudo? La respuesta corta es SÍ, y este artículo aborda el cómo y el por qué.

La ciencia detrás de no hacer nada
 
En su libro Autopilot: The Art and Science of Doing Nothing (El arte y la ciencia de no hacer nada), Andrew Smart afirma que “estar inactivo es una de las actividades más importantes de la vida”1 y a su vez presenta amplia evidencia neurocientífica para respaldar esta afirmación. Escribe: “… tu cerebro necesita descansar, ya, en este momento. Si bien nuestras mentes están maravillosamente evolucionadas para la acción intensa, con el fin de funcionar normalmente, nuestros cerebros también necesitan estar inactivos: y una buena cantidad de tiempo a decir verdad” (1).
 
El ajetreo y trabajo crónico es perjudicial para el cerebro, y también tiene graves consecuencias para la salud general, entre ellas la destrucción de la creatividad, del autoconocimiento, del bienestar emocional y social e incluso de la salud cardiovascular. Por el contrario, desconectarse o estar en inactividad permite que tu cerebro se vuelva más activo en áreas como el hipocampo, la corteza prefrontal medial, la precuña y la corteza cingulada anterior, regiones relacionadas a las que Smart se refiere como la “red de modo predeterminado” (DMN por sus siglas en inglés) o la "red de estado de reposo " (RSN por sus siglas en inglés). Cuando nos concentramos en realizar una tarea específica, esta misma red cerebral se desactiva o se apaga. Entonces, la inactividad equivale a una DMN más organizada y comprometida, mientras que estar ocupado o concentrado en una tarea específica se traduce en una DMN menos activa.

¿Por qué es importante esto? Porque la neurociencia indica que una DMN activa, lo cual es paradójicamente facilitado por la inactividad, hace que tu cerebro funcione mejor. Esta red fue descubierta en 2001 por el neurocientífico Marcus Raichle de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri (1). 
Cuando Raichle realizó escáneres de imágenes por resonancia magnética (IRM) en los sujetos de investigación mientras estos realizaban tareas cognitivas exigentes descubrió que en algunas áreas de actividad cerebral aumento la iluminación, mientras que en otras disminuyo.  Este hallazgo sorprendió, porque antes del mismo, los científicos comúnmente creían que toda la actividad cerebral aumentaba solamente durante una tarea cognitiva desafiante en comparación con una de menor intensidad. 1 Sin embargo, Raichle descubrió que esta red cerebral específica aumentaba la actividad cuando los sujetos se “desconectaban del mundo exterior” 1 en otras palabras, cuando yacían en el escáner con los ojos cerrados sin hacer nada, la actividad cerebral no disminuía; simplemente cambiaba de lugar. Estas regiones (DMN o RSN) que se desactivan durante las tareas se vuelven más activas en reposo.
 
Muchas áreas del cerebro están especializadas para realizar determinadas tareas, explica Smart. Por ejemplo, la corteza visual procesa la información visual, mientras que la amígdala genera advertencias y participa en la activación del sistema nervioso simpático para la “lucha o huida”. El DMN se especializa en la divagación mental o el “soñar despierto”. Pero quizás lo más interesante es que esos momentos ¡Ajá! (también conocidos como momento eureka) en los que experimentas destellos de percepción o resolución creativa de problemas parecen ocurrir con más frecuencia en aquellos que permiten que la red de estado de reposo de su cerebro entre en acción.1 Esto nos dice que el cerebro no está simplemente “allí sin hacer nada” esperando el próximo estímulo, al contrario, se encuentra perpetua y espontáneamente activo en procesos de mantenimiento, respuesta, predicción e interpretación. De hecho, el cerebro usa más energía para actividades espontáneas que para realizar tablas de multiplicar o completar una hoja de cálculo.1
 
Cuando el cerebro está constantemente bombardeado por estímulos ya sea de correos electrónicos, mensajes de texto, reuniones, diligencias, y listas de tareas pendientes, se puede abrumar por “las exigencias del presente”1 y obviamente, deberíamos ser capaces de responder a estas exigencias o desafíos a medida que se presenten. En ocasiones, nuestras vidas dependen de esa capacidad. Pero cuando esos momentos se extienden a lo largo del día, y todos los días, a tu cerebro no le queda tiempo para crear nuevas conexiones neuronales, descifrar patrones y formar nuevas ideas. En resumen, no le queda tiempo para ser creativo.1
 
Partiendo desde esta perspectiva sobre la funcionalidad del cerebro, probablemente no sea casualidad que a medida que nuestras horas de trabajo aumentan a un extremo, nuestra salud mental y bienestar físico disminuyen.
Tomarse tiempo para no hacer nada le da al cerebro la oportunidad de procesar las experiencias, consolidar los recuerdos y reforzar el aprendizaje. El estado de reposo es una herramienta poderosa para regular las emociones y mantener la capacidad de concentración. El descanso también puede ayudarnos a tomar mejores decisiones y, paradójicamente, a ser más productivos.
 
Esto nos abre la mente a una importante lección: debemos aceptar nuestro tiempo de inactividad y ocio sin sentirnos culpable. Cuando aprendemos esta habilidad, podemos estar más en paz con nosotros mismos, tener más concentración cuando sea necesario y permitir que surjan nuevas ideas que podrían llevarnos hacia direcciones novedosas, significativas y satisfactorias.
 
Sumergirse en estos momentos de tranquilidad también puede beneficiar a nuestro cuerpo. No hacer nada puede fomentar un estado más parasimpático en el sistema nervioso que, a su vez, puede aumentar la relajación, reducir la presión arterial, mejorar la digestión, aliviar la ansiedad y la depresión, y liberar la tensión muscular. Y siendo honestos ¿Quién no se beneficiaría de esto?
 
El arte de no hacer nada: ¿en qué consiste?

¿Cómo puedes saber si estás llevando a cabo tu proceso de “no hacer nada” con éxito? En un estado de no hacer nada, tu mente debe estar libre para divagar, sin preocupaciones, y sin obsesionarte con una lista de tareas pendientes. Estos momentos de ocio te alejan de las exigencias de la rutina y te dan espacio para pensar de manera diferente sobre quién eres o deberías ser.
 
Al igual que un avión, Smart dice que, tu cerebro cuenta con un “piloto automático”, que toma el control cuando entramos en un estado de reposo y dejamos de usar “control manual”.1 Este piloto automático es tu DMN o RSN. El objetivo es (al menos ocasionalmente) que dejes de pilotear el avión y dejar que tu piloto automático tome al mando. Por ejemplo, podría ser tan simple como no hacer nada mientras esperas en el tráfico, en la fila del supermercado o en una cita con el médico. No revises tu correo electrónico, no leas una revista, no hagas una llamada telefónica, ni envíes mensajes de texto. Sólo sé. También podrías aplicar un “sábado NO digital”, es decir, un período de tiempo alejado de todos los dispositivos digitales como teléfonos, computadoras o televisores... ¡incluso podrías trata rhacerlo por un día entero!

Podrías probar las siguientes recomendaciones para permitirle a tu piloto automático tomar el control:
 
 * Meditar
* Respirar lenta y profundamente
* Sumergirte en la naturaleza
* Tomar una siesta
 *Mirar por una ventana
* Soñar despierto
* Acariciar a una mascota
 
Aquí te dejo algunas prácticas que podrías realizar por cinco minutos para ayudar a poner en marcha tu proceso de adentrarte en el arte de no hacer nada. Empieza poco a poco y aumenta la duración y la variedad de experiencias tanto como puedas.  
 
1. Encuentra un momento en el que puedas parar de hacer lo que estás haciendo (¡sí, si puedes!). A lo que nos referimos es simplemente a pausar.
 
2. Siéntate o acuéstate en un lugar tranquilo.
 
3. Observa tu respiración o escucha los sonidos a tu alrededor. En otras palabras, practica el estar presente.
 
4. Concéntrate en lo que sientes al inhalar por la nariz y exhalar por la boca.
 
5. Silencia tus pensamientos tanto como puedas. Obsérvalos, pero no te involucres con ellos.
 
6. Reduce la velocidad de tu respiración. Inhala durante cuatro segundos, sostén la respiración durante cuatro segundos y luego exhala durante cuatro segundos, y repite.
 
7. Cuando tu mente divague (y lo hará), observa tus pensamientos, pero no te involucres con ellos. ¿Son tus pensamientos calmados y agradables? Si no lo son, reemplázalos con pensamientos de este tipo, o vuelve a notar tu respiración.
 
Centrarse en ser en lugar de hacer
 
¿Necesita más razones para tomarte un tiempo de ocio? No hacer nada puede incluso convertirte en una persona más amable. A veces, estar a solas con tus pensamientos revela un mayor sentido de propósito, lo que te anima a probar actividades altruistas que van más allá de ti mismo, como ser voluntario en una organización benéfica, ayudar a un amigo en dificultad u otro servicio comunitario. Al principio, puede que se te haga difícil tomarte un descanso cuando todavía hay platos sucios en el fregadero y ropa tirada en el suelo, pero en lugar de considerar ese tiempo como “improductivo”, considéralo como una inversión en tu salud física, mental y espiritual. Porque realmente lo es.

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Referencias
 
1.    Smart, A. (2023). Auto-Pilot: The Art & Science of Doing Nothing. FINGERPRINT!: New Delhi, India.
ACERCA DE LA AUTORA:
Victoria L. Freeman, Ph.D., CHFS, CMH, CBC, ha recorrido un largo y serpenteante camino profesional que incluye trabajar como artista plástica adolescente, más tarde como entrenadora personal y entrenadora de salud, profesora universitaria y administradora en ciencias del ejercicio y educación, escritora independiente de salud natural y fitness para revistas nacionales, administradora de propiedades y diseñadora de interiores para propiedades de alquiler vacacional y ejecutivo y, más recientemente, regresando al campo de la salud natural mientras asiste a la Trinity School of Natural Health para convertirse en Especialista Certificada en Fitness Holístico, Maestra Herbolaria Certificada y Entrenadora Bíblica Certificada.
 

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